¿Amor a nuestra ciudad o demasiado amor a nosotros mismos?
¿Cuántos de nosotros decimos ser fanáticos de alguna ciudad en específico como aquella en la que nacimos? Intentamos engañarnos al decirnos que haríamos lo suficiente y mucho más, por cuidar de nuestras calles,
de aquellas estructuras que hacen de esa ciudad amada tan grandiosa
como siempre. Aún así, cuando se trata de no convertimos en “puercos”,
porque nos cuesta llevar nuestra basura con nosotros hasta conseguir un
contenedor público, y preferimos entonces botarla en cualquier rincón a escondidas, en esos casos tan usuales ¿sigue latente nuestro amor o sólo se demuestra nuestra hipocresía?
En
las zonas rurales, no se observa tanta conciencia ciudadana acerca de
la limpieza, porque existe cierto desdén hacia el lugar que puede o no,
ser agradable para aquellos que viven allí.
Naturalmente, uno pudiera decirse que las personan adoran porque sí todo
lugar en el que viven, así sea muy humilde; pero no todo el tiempo
sucede así y, a pesar de todo, las personas que sí quieren cuidar de los
alrededores de su zona de vivienda, son descuidados con el aspecto
general de su casa.
En
las zonas más afortunadas, las personas que son adineradas y que viven
en lugares ciertamente más refinados, a veces no son garantía de que la
honestidad hacia el cuidado de las calles siga vigente. En general, las personas apuestan por cierto descuido hacia el exterior de su ser, y en ese sentido se pudiera decir que el trato que dan a sus pares, no es de extrañarse: si son maleducados, sin son agresivos y violentos, si nos les importa escuchar música muy alta a pesar de no estar solos ni en su casa; ¿qué nos dice eso? ¿Ignorancia? ¿Simple desdén?
Latinoamérica, se caracteriza por presentar niveles altos de desinterés
ante ciertos aspectos de la ciudadanía. ¿Cómo se combate eso? Andrés
Oppenheimer, nos asegura en su artículo Basta de historias: Latinoamérica,
que tenemos una gran herencia histórica, pero estar siempre recordando
el pasado nos hace olvidar que vamos hacia adelante y, en consecuencia,
nuestro progreso se ve detenido y el descontento de nuestra gente se
siente, incluso, en la cara de nuestras grandes ciudades.
VAMOS LATINOAMÉRICA, TENEMOS UN GRAN CAMINO POR DELANTE.
NOSOTROS SOMOS MÁS DE LO QUE PUDIERAN IMAGINAR MUCHOS QUE INTENTAN RETENERNOS CON LOS GRILLETES DE LA IGNORANCIA Y LA MALDAD.
SEAMOS MEJORES CADA DÍA, INCLUSO, CON LOS PEQUEÑOS DETALLES DE NUESTRA VIDA.